jueves, 1 de septiembre de 2011

CONTRA EL SECTARISMO

“Izquierda y derecha confundidas, lo que
prevalece es una política de clanes que luchan
unos contra otros”.
MICHEL MAFFESOLI: Iconologías: nuestras idolatrías postmodernas, 192

El Presidente de la República ha desatado una severa campaña contra el sectarismo (“hay que extirparlo” ha dicho claramente) ¿Qué hay en el fondo de esta preocupación? ¿A quién se dirige esta categórica denuncia? ¿Cómo se manifiesta ese sectarismo? Algunas pistas pueden explorarse.
El espíritu de secta es una vieja enfermedad de las organizaciones que nunca anda sola. Esta desviación aparece asociada casi siempre al dogmatismo, al burocratismo, al pragmatismo, a la corrupción. Entre menos formación política existe, es mucho más fácil que aparezca el sectarismo (en los partidos, en los grupos, en el gobierno, etc.) Las sectas existen de hecho sin que nadie se reconozca como tal. Las prácticas sectarias se “normalizan” en la vida cotidiana de las organizaciones a caballo de los dogmatismos, del gregarismo de intereses, del oportunismo ideológico, del pragmatismo político. La impunidad y la ausencia de reglas de juego claras van degenerando en prácticas mafiosas donde la militancia es un pretexto para vehicular intereses pragmáticos, donde los rituales de partido (franelas, cachuchas y banderolas) son una mascarada para asegurarse cuotas de poder.
Pero el sectarismo puede estar operando aun en los casos en los que no existe una degradación ética. La desviación fundamentalista, por ejemplo, es una típica anomia que produce toda forma de sectarismos: exclusión del otro, hiper-identidad del grupo, desprecio por la opinión agenda, exacerbación de un “nosotros” que no admite dudas. Desde este síndrome--básicamente pre-político--es francamente muy difícil pretender elaborar tácticas y estrategias, líneas de acción, proyectos de cualquier tipo, sobre manera, políticas de alianzas.
Ocurre que una gestión de gobierno sin una bien trenzada política de alianzas es muy cuesta arriba. Gobernar en solitario es una operación inviable cuando de lo que se trata es contar con fuerzas para producir cambios de verdad. Si el asunto fuera navegar en la superficie, entonces vale cualquier cosa. Pero cuando estamos hablando de revolución, pues la primera regla de oro es contar con la fuerza política para hacer viables los cambios (al menor costo), para acumular poder verdadero para otros cambios (al menor costo), para profundizar en los cambios emprendidos (al menor costo) Cuando la revolución no reúne las fuerzas suficientes para avanzar, entonces aparece objetivamente la amenaza de la contrarrevolución. El principal enemigo de una política de alianzas es el sectarismo.
¿Por qué cree usted que no se ha podido ir más lejos en esta experiencia de una década? ¿Por qué cree usted que se perdió la consulta sobre las reformas a la Constitución? Déjeme decírselo sin vaselina: por debilidad, por falta de fuerzas. Si esto no está claro, entonces tampoco está claro el ABC de la política; eso es lo que llamaríamos en rigor: ¡malas noticias!
Creo que el ciudadano Presidente está preocupado con razón por las múltiples expresiones de un sectarismo primario que no conduce a ningún lado. La arrogancia de los aparatos políticos, sobre manera en plan de gobierno, es un repelente que espanta a todo el mundo (salvo a los conjurados) Pretender tener aliados desde estas cumbres es una ilusión. A lo sumo usted puede reunir a algunos “socios” ocasionales y a unos cuantos oportunitas que sacan sus cuentas ante cualquier operación. El “Polo Patriótico”, por ejemplo, tiene que pasar la prueba de la extirpación del sectarismo. De otra manera este ejercicio no pasará de ser un parapeto sin pena ni gloria. Para que esta figura sea efectivamente un espacio político de convergencia de la multiplicidad de voces que habitan en la izquierda y toda la diversidad social de los movimientos que no caben en el formato de lo partidos, hará falta una labor titánica de fumigación del morbo del sectarismo.
A mediano plazo el mejor antídoto es la formación política. En lo inmediato es preciso actuar con inequívoca severidad.

Rigoberto Lanz Rodriguez / EL NACIONAL: Domingo 28 de Ag. 2011

1 comentario:

Unknown dijo...

Buen día Prof. Lanz
Ayer intente remitirle breves consideraciones, sobre su pertinentisima nota sobre el sectarismo. No estoy seguro de haber logrado enviarla y por eso le escribo nuevamente. Yo también percibo como el tufo del sectarismo esta presente, desde hace mucho tiempo y que el actual proceso de cambios no ha transformado en mayor intercambio, apertura, tolerancia y autocrítica.
Es perentorio señalar que esta "tara" social antecede al Presidente Chávez, pero también creo que sus modos de pensar/hacer han favorecido el "nuevo" arraigo de estas formas de practicas políticas perniciosas, para las necesarias transformaciones que necesitamos desarrollar en el Pais.
Para evitar una generalización insulsa y mostrar algunos ejemplos, que a mi manera de ver demuestran mi tesis, señalo algunos ejemplos:
1. Acompañamiento activo con la oposición a polarizar al Pais
2. Fortalecimiento del Sectarismo Institucional (formas y modos nombramiento Ministros p.e)
3. Monoasignacion de cargos de relevancia en un solo individuo

Puedo continuar con la lista, pero creo mas relevante plantearle estas reflexiones: Es creíble, iniciar una cruzada contra el Sectarismo, sin autocrítica activa y corrección de estas desviaciones? Y la incoherencia presente en el llamado a un Mundo multipolar y promoción activa de una sociedad bipolar? La priorización de los cambios de Ministr@s y demás funcionarios sin anteponer los planes de trabajo en desarrollo, cuantas sectas ha construido?

Reciba un fuerte abrazo
Carlos Palomo

NOTA: Me permití hacer unos pequeños cambios en mi comentario, que fue escrito de un tirón y que ahora al reenviarlo a Uds estoy notando. Agradezco correcciones y por supuesto comentarios .....