domingo, 13 de enero de 2013

Se adelantó el gran guerrero.

Por: Pedro Arcila Poyer

Hoy se apagó una luz que fue guía indiscutible a los hijos de Esculapio. La parca con su guadaña llegó de improviso dejando claro ante todos, que somos finitos, que nuestra permanencia en el plano terrenal está delimitada a espacios reducidos de tiempo. Hoy estamos tristes, hoy no cantan los pájaros en el árbol de la noche alegre de Andrés Eloy Blanco; la anciana Cumanacoa ha visto partir a uno de sus hijos más preclaros, cantor del rumor del río en una búsqueda permanente para que los hombres del mundo supieran de su existencia.
Partió el sensei, el maestro, el amigo Carlos Palomo, se fue a transitar caminos desconocidos y a alegrar con sus enseñanzas en otros parajes, espacios donde la patria no es abismo y la ausencia no es distancia; mañana vuelve a la tierra, su tierra de ensueños donde plantó semillas que seguirán reproduciéndose en los alumnos de sus alumnos. Carlos fue un hacedor de caminos, senderos y trochas, que caminarán sus pacientes con paso firme gracias a  la maravilla de sus manos prodigiosas, manos que fueron fortaleza e inspiración en cientos de horas de quirófano. Pero no se marchó en vano, se adelantó como el guerrero que fue a seguir haciendo caminos donde algún día transitaremos; tengamos fe que donde se encuentre seguirá marcando horizontes a quienes vayamos tras sus pasos.
Regresa a su tierra de sueños y poesía, pero regresa acompañado del agradecimiento de quienes tenemos algo de él, una frase, una técnica, una expresión de solidaridad, una controversia donde no siempre coincidíamos en ACUERDOS, DESACUERDOS Y DILEMAS. No te despedimos maestro, te sembramos como se siembra un árbol, un árbol que crece fuerte con ramas vigorosas, con frutos imperecederos que alimentaran la posteridad de quien aprendió y aprenderá algo de ti; frutos de bien y de sabiduría que alimentan al fénix de la esperanza para quienes confiamos que la Medicina seguirá siendo alma y espíritu en nuestro accionar permanente.
Te adelantaste guerrero, y como escribió Plinio el Joven “Es una misión noble rescatar del olvido a quienes merecen ser recordados”, tu recuerdo será lámpara de entendimiento para la futuras generaciones de profesionales de la salud. Descansa sensei, descansa maestro, descansa amigo, tu misión está cumplida. A tu familia un abrazo solidario y un mensaje de fe en la máxima lacordaireana de la despedida: “No lloren por mí, les seguiré queriendo más allá de la muerte; el amor está en el alma, y el alma nunca muere”.

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