Se adelantó el gran guerrero.
Por: Pedro Arcila Poyer
Hoy se apagó una luz que fue guía
indiscutible a los hijos de Esculapio. La parca con su guadaña llegó de
improviso dejando claro ante todos, que somos finitos, que nuestra permanencia
en el plano terrenal está delimitada a espacios reducidos de tiempo. Hoy
estamos tristes, hoy no cantan los pájaros en el árbol de la noche alegre de
Andrés Eloy Blanco; la anciana Cumanacoa ha visto partir a uno de sus hijos más
preclaros, cantor del rumor del río en una búsqueda permanente para que los
hombres del mundo supieran de su existencia.
Partió el sensei, el maestro, el
amigo Carlos Palomo, se fue a transitar caminos desconocidos y a alegrar con
sus enseñanzas en otros parajes, espacios donde la patria no es abismo y la
ausencia no es distancia; mañana vuelve a la tierra, su tierra de ensueños
donde plantó semillas que seguirán reproduciéndose en los alumnos de sus
alumnos. Carlos fue un hacedor de caminos, senderos y trochas, que caminarán
sus pacientes con paso firme gracias a
la maravilla de sus manos prodigiosas, manos que fueron fortaleza e
inspiración en cientos de horas de quirófano. Pero no se marchó en vano, se
adelantó como el guerrero que fue a seguir haciendo caminos donde algún día
transitaremos; tengamos fe que donde se encuentre seguirá marcando horizontes a
quienes vayamos tras sus pasos.
Regresa a su tierra de sueños y
poesía, pero regresa acompañado del agradecimiento de quienes tenemos algo de
él, una frase, una técnica, una expresión de solidaridad, una controversia
donde no siempre coincidíamos en ACUERDOS, DESACUERDOS Y DILEMAS. No te despedimos
maestro, te sembramos como se siembra un árbol, un árbol que crece fuerte con
ramas vigorosas, con frutos imperecederos que alimentaran la posteridad de
quien aprendió y aprenderá algo de ti; frutos de bien y de sabiduría que
alimentan al fénix de la esperanza para quienes confiamos que la Medicina
seguirá siendo alma y espíritu en nuestro accionar permanente.
Te adelantaste guerrero, y como
escribió Plinio el Joven “Es una misión noble rescatar del olvido a quienes
merecen ser recordados”, tu recuerdo será lámpara de entendimiento para la
futuras generaciones de profesionales de la salud. Descansa sensei, descansa
maestro, descansa amigo, tu misión está cumplida. A tu familia un abrazo solidario
y un mensaje de fe en la máxima lacordaireana de la despedida: “No lloren por mí,
les seguiré queriendo más allá de la muerte; el amor está en el alma, y el alma
nunca muere”.
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