En la primera parte de este tema mencionábamos los requisitos éticos que deben considerarse en la evaluación de los protocolos de investigación clínica, sobretodo, cuando en muchas de estas prácticas se manipulan seres humanos, con el propósito de lograr un adecuado balance entre el interés de la ciencia, de avanzar mediante la adquisición de conocimientos para beneficio de la humanidad y los intereses individuales de los involucrados en la investigación. De allí la importancia de "vigilar" la investigación y sus intenciones, para lograr que aquello que los investigadores sostienen discursivamente, encuentre su correlato en la práctica, concientizando tanto al que investiga, como a las instituciones y patrocinantes que financian la investigación, acerca de la importancia social, científica o clínica que posee y que ésta conduzca a mejoras en la salud para el bienestar colectivo, por lo que debe ser validado socialmente para poder generar conocimientos de utilidad práctica.
En este contexto se evidencia que no sólo el componente humano es crucial en la investigación, sino que existen vínculos estrechos entre éste y el entorno político, donde la adecuada aprobación y distribución de los recursos sean efectivamente aplicados, evitando conflictos de intereses y procurando la colaboración entre los centros asociados, patrocinantes e investigadores para lograr potenciar y hacer eficaz la investigación, todo esto, enmarcado en un respeto por los valores humanos, la cultura, tradición y políticas sociales.
Los nuevos enfoques éticos en investigación, apuntan hacía orientar a los países y a las instituciones dedicadas a la investigación a respetar las normas éticas cuando se investiga y ajustar tanto metodología científica, como recursos al BENEFICIO DE LA HUMANIDAD.
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